Dejarlos ir con amor

Institución Educativa Avelino Saldarriaga.

Por: Melissa Franco.

Es un nuevo día, jueves 20 de marzo, en una situación de duelo donde se presentan diversos sentimientos, reacciones y cambios en las personas dolientes. ¡Amaneció  rápidamente! pero ningún alumno del grupo 9·3 desea recibir clase, fue tan inesperado, tan injusto.

Justamente, en la primera hora de clase, la profesora encargada del grupo da el comunicado: el compañero, amigo, hermano, lo que fuera para cada quien, falleció la pasada noche. Duro para todos, aunque no demasiado para las directivas de la Institución Educativa Avelino Saldarriaga. Es una eventualidad.

¿Por qué no permitir que los alumnos del colegio acompañen a los familiares durante el tiempo de clase? ¿Falta quién lo proponga? ¿Nadie se digna en hacerlo? Falta humanismo, un sentimiento de condolencia cuando el sufrimiento se derrama.

En Febrero, durante la primera semana de clase, Danilo Colorado presenta un ánimo apagado (algo raro en él). En la segunda semana, llega la noticia de su  hospitalización en un estado grave (la atención de amigos y parientes se centra en quien está muriendo). ¡Vivimos en una sociedad cubierta de ironía!, deseamos que nuestra vida sea sencilla, segura y tranquila, pero la negación a los problemas nubla lo que pasa en el entorno y lo que se puede hacer en él.

Transcurren las semanas, los meses y lo último que se pierde es la esperanza. Las compañías de Danilo, junto a su cama, se volvieron asunto de ires y venires   ajustados a las horas de visita  en el hospital.

Las personas desafían la muerte y sus reacciones emocionales ante ella ocurren de manera natural, entonces, ¿el tiempo que transcurrió, antes de la muerte de Danilo, sirvió de algo? ¿Fue una persona más que abandonó este mundo? Cuando fallece una persona se van sus sufrimientos, al menos los de su vida en la tierra, pero la vida continúa su rumbo: nunca para, por eso hay que tomar cada vivencia como una reflexión.

Danilo fue un joven noble, líder, buen amigo, desinteresado, emprendedor, honrado y respetuoso, valores que lo hicieron una persona para recordar perpetuamente. Tenía cierto delirio por la música, el deporte y por tocar instrumentos. El metal y el rock, en especial la música de Kiss, eran su cotidiano. El sonido de la guitarra, acústica por supuesto, da a conocer la dulzura de sus más íntimos sentimientos escondidos. El voleibol ocupaba gran parte de su tiempo, lo daba todo por destacarse; fue tal su entrega y amor que invitaba a los amigos a participar de esta actividad física.

La muerte es una realidad tangible como el nacimiento, el crecimiento, la madurez y la ancianidad: es la única certeza de la vida. Y, ahora, por qué no terminar con las palabras de Sócrates, cuando al hablar de la muerte dice: “El temor a la muerte, señores, no es más que pensar que uno es sabio cuando no lo es; quién teme a la muerte se imagina conocer algo que no conoce. Nadie puede decir que la muerte no resulte ser una de las mayores bendiciones para un ser humano; y sin embargo, los hombres la temen como si supieran que es el mayor de los males”.